Medios de Vida Sustentables

Resiliencia Azul busca alentar a las comunidades costeras de la Península de Yucatán a internalizar el valor y los beneficios que los manglares proveen, como son la protección costera, refugio pesquero, atractivo turístico y mitigación del cambio climático, a través de mecanismos financieros y de mercado.

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TURISMO

Las comunidades costeras cuentan con un gran patrimonio cultural y natural que más de uno desea visitar, buscando la belleza escénica, la conexión con el sitio y el sumergirse en una nueva comunidad; por lo que las actividades turísticas son uno de los motores de la economía de estas regiones.

En la medida en la que las comunidades estén preparadas para ofrecer experiencias ricas, que den un valor agregado a sus visitantes, conserven su capital natural, respetando su esencia como comunidad y beneficiando a su población, se habrán alcanzando los pilares de la sostenibilidad en la actividad turística, ello a través del trabajo coordinado y el fortalecimiento de capacidades a lo largo de todo el sistema turístico local.

EN MÉXICO EL TURISMO REPRESENTÓ EL 8.7 % DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO

72 % DE LOS MANGLARES DE MÉXICO

SE DISTRIBUYEN EN ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS

En México el turismo representó el 8.7% del Producto Interno Bruto en 2018, con un crecimiento del 257% en las Áreas Naturales Protegidas (ANP) para el mismo año con respecto a 2021 [1]. El 72% de los manglares de México se distribuye dentro de ANP, por lo que toma gran relevancia el turismo en estos ecosistemas, ya que son sitios idóneos para llevar a cabo actividades recreativas, como una alternativa para fomentar modelos turísticos que buscan apoyar la protección de este importante ecosistema, mientras generan alternativas sustentables de empleo para fortalecer la economía local.

La conservación y la restauración de los manglares puede contribuir a potencializar destinos turísticos, a través de desarrollar actividades en sitios con alta diversidad de especies residentes y migratorias, donde las comunidades han planeado participativamente las estrategias para desarrollar las actividades de manera sustentable, mientras reciben otros beneficios como protección de infraestructura turística y comunitaria, reducción de contaminantes en las descargas hacia el mar y estabilización de las costas, por mencionar algunos.

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PESCA

La pesca en pequeña escala representa una de las principales actividades que se desarrollan en las zonas costeras, y están fuertemente vinculadas a los ecosistemas de manglar, gracias al importante servicio ambiental que ofrece este ecosistema como áreas de reproducción y crianza de especies de interés comercial en sus primeros estadios de vida.

A nivel mundial México ocupa el lugar 17 en producción pesquera, gracias al trabajo de más de 250 mil personas que laboran en actividades asociadas a la pesca en pequeña escala, y con ello contribuyen a incrementar el suministro de alimentos, proporcionar proteína de calidad y generar derrama económica[1]. La Península de Yucatán aportó el 10.58% del valor de la producción pesquera en México para 2018, involucrando a más de 26 mil pescadores cooperativados y libres, que capturan principalmente langosta, pulpo, camarón, caracol, tiburón, jaiba y escama[2].

A NIVEL MUNDIAL MÉXICO OCUPA EL LUGAR 17 EN PRODUCCIÓN PESQUERA

LA PENÍNSULA DE YUCATÁN APORTÓ EL 10.58% DEL VALOR DE PRODUCCIÓN PESQUERA EN MÉXICO

La conservación y restauración de los manglares es una oportunidad para contribuir a la recuperación de las pesquerías, de las cuales en México más del 80% se encuentra en el límite de explotación. Entre los factores que trascienden positivamente en el incremento de la biomasa de peces que potencialmente puede ser aprovechada está la condición del manglar y la calidad del agua, siempre y cuando se realice un manejo pesquero sostenible.

La sostenibilidad de las pesquerías en pequeña escala debe estar basada en el manejo pesquero y en la conservación y restauración de los ecosistemas que brindan hábitat a las especies de interés comercial y a las especies clave para la salud de los ecosistemas.

En la medida en la que las comunidades locales, cooperativas pesqueras, comercializadores y consumidores seamos más conscientes de la relevancia de estos temas, se podrá tener impactos positivos no solo ambientales y económicos, también sociales y climáticos.

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APICULTURA

La apicultura en México es una actividad agropecuaria que se practica desde hace varios cientos de años, gracias a la riqueza biológica de nuestro país, que genera diversidad en sabor, color, textura y origen floral de la miel.

México se posiciona en el 6° lugar a nivel mundial en producción de miel, con un reporte en 2019 de 61.9 mil toneladas de miel, de las cuales el 28% se produjo en la Península de Yucatán [1]. Región que se distingue por ser la principal zona productora de miel en el país, detonando la economía local, con producción para autoconsumo, mercados regionales y exportación.

MÉXICO SE POSICIONA EN EL 6º LUGAR A NIVEL MUNDIAL EN PRODUCCIÓN DE MIEL

28% DE ESA PRODUCCIÓN ES EN LA PENÍNSULA DE YUCATÁN

Ante la necesidad de encontrar vegetación resistente a los impactos del cambio climático vinculados a sequías, incendios, tala de árboles y la presencia de especies exóticas, algunas comunidades costeras han comenzado a evaluar la producción apícola en ecosistemas costeros, como los manglares, que son más resistentes a estos impactos.

La miel de manglar es un producto de alta calidad, con variaciones de sabor y humedad, sin embargo, representa un producto innovador para un mercado selecto, que podrá adquirir un producto alimenticio de alto valor nutricional, que además contribuye a la adaptación de las comunidades locales al cambio climático.

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